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Mostrando entradas de noviembre, 2020

Pescador y ganador, no necesariamente de hombres

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Es sabido que el tema del matrimonio y la pareja son tópicos importantes dentro de la cristiandad evangélica. Su amplia defensa de la familia, de la unión ante Dios, de la complementariedad entre el hombre y la mujer y demás, es harto conocido por todos los que viven ese estilo de vida o religión, y también es perceptible desde afuera. Sin embargo, en este post quisiera tratar dos cuestiones que me parecen  fundamentales , pues, en mi vida cristiana me crucé con estas dos situaciones. Mi invitación es a  reflexionar  (más si sos hombre) sobre estas conductas y formas de proceder que, a mi entender, atentan contra la fraternidad cristiana y los sentimientos de aquellas mujeres que "padecen" estas situaciones con hombres cristianos. En su momento hablaré de la mujer, obviamente. 1) La desesperación, sus múltiples manifestaciones y consecuencias Es (lamentablemente)  normal  toparse en algún momento, cuando uno hace vida de iglesia, con algún hombre que se acerca a una mujer con

Una improvisada, imperfecta y discutible "Mayéutica de Fe"

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El debate de Sócrates y Apasia - Nicolas-André Monsiau (1800) Las preguntas, la necesidad de explicación, de comprensión, de respuestas a nuestros interrogantes internos y externos son parte fundamental  para nuestra existencia y búsqueda de sentido. Sin embargo, en un ambiente de fe, a veces las preguntas son consideradas peligrosas, amenazantes, sinónimos de "incredulidad", donde cuestionar o exigir explicaciones consistentes se asimila a "pecado". Empero, entiendo el crecimiento en la relación con Dios tiene mucho que ver con esos interrogantes profundos y sinceros que podemos hacerle a Dios y a nuestra propia interioridad, también a los dogmas y prácticas comunes de nuestra comunidad, pues, por un lado, varias veces las respuestas son más complejas y profundas de lo que hubiéramos pensado, abriéndonos increíblemente el panorama, pero, por otro, con si no reciben una respuesta específica, aprendemos a ser finitos delante de Dios, y nos subyugamos a la humildad de