Será ley, ¿Entonces?



Estas semanas estuvieron cruzadas por marchas y contramarchas en relación al debate parlamentario nacional sobre la ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo, o "ley del aborto". En lo personal, entre este y el anterior (allá por 2018), pude ampliar mi punto de vista y perspectiva desde un cerrado concepto "pro-vida" hasta una comprensión más abarcativa de la sociedad, la situación e incluso la idiosincrasia de aquellos que no pensaban (ni piensan) como yo.
Durante 2018 (y este año no ha sido la excepción), muchas reacciones de la iglesia me parecieron muy cuestionables, incluso pasé por un momento donde yo misma tuve que hacer un examen de mi postura frente a esta situación, y fueron más las cosas que quité de mi pensamiento que las que dejé, y me vi en la aventura de incorporar cosas nuevas. Quisiera hacer un recuento de algunas cuestiones que me parecen importantes.

Aclaro que será un post analizado desde perspectivas socio-políticas y cómo considero que deberían relacionarse con mis creencias. También debo reconocer que varios de estos puntos surgieron luego de mi encuentro innegable con Jesús.

Un "Boca-River" irreconciliable

Lo primero que se visualiza es una confrontación entre dos bandos bien definidos. Tanto de un lado como del otro, no parecieran haber puntos de reconciliación o comprensión. Este "juego" podría aceptarlo tranquilamente, pero no puedo ser indiferente a que la misma iglesia se prestó a este extremismo posicional que no admite la posibilidad de puntos de encuentro con el otro bando (2° Cor. 5:18-19).

Considero que el tema del aborto cruza cuestiones sociales que abarcan aristas más complejas que un simple "descarte" de algo no deseado o una cuestión ideológica. El simplismo con el que (por parte de los dos bandos, yo me ocupo del de la iglesia) se tratan los propios argumentos pero también los de los demás, no deja lugar para entender que
todo tiene, en mi opinión, el origen en una naturaleza caída que va indefectiblemente hacia un aumento de las complicaciones de nuestra existencia (Rom. 7:18);
Jesús mismo lo afirmó diciendo que la maldad iba a ir en aumento y el amor de muchos se iba a enfriar (Mt. 24:12-14). Pero, cuando lo dijo, ¿Estaba preocupado por el rumbo al que se dirigía este mundo, el cual él ya sabía cómo iba a ser? no, estaba tratando de decir a sus seguidores que no se sorprendan como si fuera algo fortuito que las cosas se vayan haciendo cada vez más complejas y obscuras. El siglo XX es un ejemplo en todos sus sentidos de lo que puede causar dar rienda suelta a las pasiones humanas, a los cuales la misma iglesia no fue indiferente...
¡Cuántas injusticias quedaron bajo la alfombra de la misma! ¡Cuántas vejaciones fueron legitimadas desde los púlpitos que olvidaron al Jesús que caminó por esta tierra! (Mt. 23:23-26)
Mientras nos cerremos en entender este debate como un simple "pro-vida" versus "pro-aborto", no vamos a entender que se enfrasca en una serie de situaciones y consecuencias más profundas que tienen su raíz en la misma naturaleza caída que la biblia viene recalcando desde hace miles y miles de años.

Dios en los argumentos

¡Qué vergüenza fue ver a personas debatiendo un tema en un ámbito secular con personas que claramente no compartían los mismos principios "religiosos" apelar a Dios! Siendo totalmente sincera. Escuchar a cierta diputada (enfatizo porque hizo campaña política, está adscripta a un partido político y ocupa un cargo político) decir que "la política nunca ayudó a nadie pero Dios sí" fue muy penoso; luego, escuchar a un pastor recurrir a Dios como quien pedirá cuentas al final de todo ante una audiencia no cristiana en un ámbito secular al que deberían persuadir sobre por qué no se debía aprobar cierta ley me pareció un desatino. ¿Por qué? Porque
no estamos ya bajo una sociedad que reconozca a Dios como fuente de poder, sino a una sociedad que hace eco de la muerte de Dios
Los juicios y valores cristianos ya no rigen esta sociedad, estamos obligados a apelar a otro tipo de argumentos que no sean "la biblia dice y punto", pues esta sociedad da por sentado que Dios está muerto. ¿Cómo persuadís a alguien así hablándole de esta forma? Los debates en los ámbitos seculares tienen otra vara de medición, hoy, apelar a Dios como justificativo no tiene el mismo peso que, atentos: el Medioevo.

Nuestra forma de hacer defensa, apologética y argumentaciones en los distintos ámbitos debe pasar por un profundo autoexamen. No significa quitar a Dios de la ecuación, sino conocer bien qué exige esta sociedad en materia de argumentación (Hch. 17:19-23) y tratar de ver si no nos quedamos en moldes sociales, políticos, culturales e ideológicos que ya no existen.

"Feminazis asesinas"

Por otro lado, ¿Qué haremos con la amiga a la que tildamos "feminazi" en los escritos y publicaciones compartidas en nuestros feeds? ¿Con qué cara iremos a hablarle de Cristo a aquella a la que otrora llamamos "asesina"? Este aspecto es lamentable, pues nos metimos de lleno en el juego del odio y extremismo político y social que gobierna un mundo al que supuestamente ya no pertenecemos (Jn. 17:15-16). Dejamos que, todo este tiempo de debate, la lógica del mundo se metiera incluso en nuestros púlpitos. 
Soy una convencida de que la sociedad irá naturalizando esto hasta que la generación que nos sigue no se cuestione la existencia de la ley como mi generación no se cuestiona la ley de matrimonio homosexual.
¿Qué haremos cuando, en la iglesia, nos encontremos con una "feminazi" que nos confiese que "asesinó" a aquel que portaba en su vientre? (uso estas palabras no porque esté de acuerdo con ellas, estoy lejos de legitimarlas, pero creo que es una forma ilustrativa de cómo hacer entender lo que quiero plasmar). ¿Cómo haremos cuando alguien cercano y querido que escucha nuestras palabras cargadas de saña nos replique que decidió abortar en alguna etapa de su vida?

Será más fácil escudarse en que "ya nadie quiere escuchar la sana doctrina" cuando la sociedad rechace nuestro mensaje porque en nuestros feeds han visto que tratamos de "asesinos y nazis" a aquellos que disienten con nosotros. Vamos a lloriquear porque no quieren escuchar lo que tenemos para decir, pero es que estos epítetos que buscan generar odio suenan más fuertes que el mensaje de "amor" que queremos transmitir (2° Tim. 2:24-26). Sin dudas que este es un ámbito que debemos reflexionar profundamente, porque nunca es bueno entrar en la lógica del insulto y la descalificación, pues "el amor no es ofensivo" (1° Cor. 13:5) y "no hace daño a nadie" (Rom. 13:10). Amor sin verdad es permisión, verdad sin amor es puntazo. Amor y verdad, y sabiduría para saber cómo actuar en cada caso específico (Jn. 1:17).

Iglesia y Estado, asunto separado

No podría estar más de acuerdo con esta frase. ¿Desde cuándo la iglesia usa al estado para cumplir su misión? Las veces que intentó apelar a las lógicas políticas por las que se rige esta humanidad devino en un charco de sangre en nombre de Dios, en devastaciones, vejaciones y heridas graves para la humanidad: las cruzadas, las guerras protestantes, la justificación del racismo. El poder embriagó a la iglesia, y pasó a ser un brazo más de una institución, un estado que no suele regirse por normas y principios cristianos, sino seculares, acordes a la sociedad que les toca regir.

¿Cuándo dijo Jesús que debíamos imponer nuestras lógicas dentro de los juegos políticos y sociales del mundo? Quien no tiene el Espíritu de Dios no puede hacer frente a la vida que Dios exige (Rom. 3:31) ¿Cuándo se los permitió hacer parte de nuestro proceder dichas lógicas? Yo, más bien, recuerdo que dijo que, entre nosotros, las relaciones no debían conducirse por los mismos principios de las relaciones de poder de los gobernantes (Mr. 10:42-45).
El estado no es una herramienta de la iglesia, y la iglesia no debería dejarse usar por el estado y sus lógicas diferentes de concebir la existencia y el funcionamiento social.

¿Entonces?

Para finalizar, quisiera hacer un recuento de las ideas principales:
  • Es imperioso que dejemos de proyectar y perpetuar las lógicas que no pertenecen a lo predicado y vivido por Jesús, y que fomentan el odio, el insulto, la incomprensión y la simplificación de un tema social tan complejo que no se agota en un simple "pro-vida" y "pro-aborto"
  • Para esta sociedad, Dios está muerto, es decir, Dios no tiene una importancia definitoria en las decisiones o comprensiones del mundo, eso quedó allá por la edad media amigos; nuestros argumentos deben ir por otro sendero, más acorde a las exigencias de una sociedad distinta a esas que consideraban a Dios como soberano. Si seguimos insistiendo en un opaco y simple "la biblia dice, Dios dice" en debates que no cruzan estos argumentos, perdemos puntos y credibilidad, y se evidencia la endeble lectura y comprensión de la sociedad en la que vivimos que poseemos
  • Insisto: Ni el estado es una herramienta de la iglesia para cumplir su misión, ni la iglesia debería ser un brazo del estado
¿Debemos dejar de luchar por causas que consideremos justas? No.

¿Debemos dejar de mantener nuestras posturas con lo que estamos o no de acuerdo? No.

¿Debemos excusar cualquier conducta en nombre del amor? No.

La diferencia está en los medios, el fin no los justifica para nosotros los que decimos creer en un Dios que se posiciona por encima de las formas de funcionar de este mundo (la gracia es un gran ejemplo de esto). A veces siento que, como iglesia, en estos tipos de debates olvidamos que debemos amar por sobre todas las cosas y abocarnos a accionar a través de Cristo hacia la sociedad (2° Tim. 2:1). Seguramente, si comparamos nuestras acciones y palabras durante los debates en los años 2018 y 2020 con la vida de Cristo, salimos perdiendo. El contexto en el que vivió Él no era tan diferente en cuestiones sociales y políticas al de nosotros (Lc. 13:31-33), sin embargo nos olvidamos del Jesús de los evangelios y decidimos posicionarlo en un lugar que nunca reivindicó ni quiso para sí.

Es una reflexión personal, individual por ahora, pero anhelo fervientemente que sea un tema colectivo dentro de nuestras comunidades y que rápidamente volvamos a ser quienes deberíamos haber sido siempre.
"Mi reino no es de este mundo. Si lo fuera, mis servidores pelearían para que no me entregaran a los judíos. Pero mi reino no es de este mundo". Pilato le dijo: "Entonces eres rey". Jesús le respondió: "Tú eres el que dices que soy rey. Yo para esto nací y vine al mundo: para hablar de la verdad. Todo el que está de parte de la verdad, me escucha". Pilato preguntó: "¿Y qué es la verdad?" Luego de decir esto, salió otra vez a ver a los judíos y dijo: "Yo no encuentro a este culpable de nada". Juan 18:36-38 
Tú, pues, hijo mío, esfuérzate en la gracia que es en Cristo Jesús. 2° Tim. 2:1

Luna, María Cecilia 

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